Agua

El futuro del agua en Texas exige colaboración, no complacencia

Escrito por John Beckham | 12 de diciembre de 2025 16:44:33 Z

por John Beckham, director general de NADBank

Tras la aprobación de la Proposición 4 a inicios de mes, los votantes de Texas dieron un paso importante para asegurar el abastecimiento hídrico futuro del estado. La medida, que destinará mil millones de dólares anuales al Fondo de Agua de Texas, constituye una inversión urgente para atender la infraestructura obsoleta que persiste en la entidad. Aunque este compromiso para preservar y proteger el vital líquido es bien recibido, representa solo un anticipo de un desafío mucho mayor que se ha venido gestando durante décadas. 

De acuerdo con Texas 2036, un reconocido grupo de expertos en políticas públicas, el estado requerirá una inversión estimada de $154,000 millones de dólares en infraestructura hídrica durante los próximos 50 años para sostener el llamado “milagro de Texas”: una historia de ciudades en crecimiento, industrias en expansión y familias atraídas por nuevas oportunidades. El agua es la base silenciosa de ese progreso, pero se encuentra bajo una presión creciente derivada de las sequías, el acelerado crecimiento poblacional y los fenómenos climáticos extremos. Si Texas quiere continuar prosperando, no basta con nuevos financiamientos, sino que se necesita un nivel distinto de colaboración. 

Esa cooperación debe surgir de todos los niveles de gobierno y del sector privado. Las comunidades locales no pueden afrontar solas este reto, y las agencias estatales tampoco cuentan con la capacidad para cubrir todas las necesidades. Los socios federales e internacionales también deben involucrarse. La única forma de garantizar el suministro de agua que el estado demanda es mediante colaboración y una inversión estratégica e inteligente. 

Uno de esos socios es el Banco de Desarrollo de América del Norte (NADBank), una institución binacional propiedad de México y Estados Unidos. Con el reciente aumento de capital aportado por ambos países, el Banco está en una sólida posición para cofinanciar proyectos junto con la Junta de Desarrollo Hídrico de Texas (TWDB, por sus siglas en inglés), con la cual se tiene un exitoso historial en cuanto a la ejecución de proyectos de agua potable y saneamiento en la región fronteriza entre Texas y México. 

Esta alianza ofrece beneficios precisos. Cuando el NADBank participa en el financiamiento de proyectos en la frontera, permite que la TWDB amplíe el alcance de sus recursos, liberando fondos estatales que pueden destinarse a atender necesidades urgentes en regiones de rápido crecimiento como Austin, Dallas, Houston y San Antonio, donde el incremento poblacional ejerce una presión considerable sobre los suministros existentes. 

Además de sus programas habituales de  crédito y recursos no reembolsables, el nuevo Fondo de Resiliencia Hídrica del NADBank aporta también una herramienta innovadora y de gran potencial. Este fondo puede financiar hasta el 50 % del costo de proyectos de conservación o diversificación del agua. Su propósito, es impulsar inversiones en infraestructura que permitan a las comunidades usar el agua con mayor eficiencia, ampliar sus fuentes de abastecimiento y fortalecer su capacidad para enfrentar sequías y eventos meteorológicos extremos. 

Hace dos semanas, en McAllen, durante el Simposio Binacional sobre el Río Grande/Río Bravo organizado por la Fundación del Agua de Texas, el NADBank anunció su primera convocatoria de proyectos de conservación del agua a través de este fondo, iniciando con los distritos de riego del Valle del Bajo Río Grande (LRGV). 

 

¿Por qué comenzar en el Valle? Porque la situación allí es insostenible. A inicios de este año, American Rivers —una organización nacional dedicada a la conservación de los ríos— clasificó al Bajo Río Grande como el quinto río más amenazado de Estados Unidos, citando la severa sequía y la creciente escasez de agua. Las cifras son contundentes, pues actualmente, menos del 20 % del caudal del río llega al Golfo de México. En 2024, los condados de Cameron e Hidalgo declararon estado de emergencia ante la disminución crítica de los niveles en los embalses. Del lado mexicano, en Reynosa y Matamoros, las comunidades enfrentan los mismos desafíos, lo que recuerda la urgencia de atender problemas compartidos que requieren cooperación binacional. 

Muchos de los distritos de riego del Valle son la única fuente de agua sin tratar para las plantas municipales que abastecen a comunidades cercanas. Cuando esos sistemas fallan, las familias y las empresas de ambos lados de la frontera resienten las consecuencias. 

La buena noticia es que Texas cuenta con la experiencia, las instituciones y, ahora, gracias a la Proposición 4, con una base financiera que permite avanzar de manera significativa. Lo que sigue es dar continuidad, convertir este impulso en proyectos sólidos con resultados medibles. Eso implica agilizar trámites, alinear prioridades entre agencias locales, estatales y federales, involucrar al sector privado y adoptar innovaciones que permitan que el agua rinda más. 

Si Texas aspira a mantener su promesa de crecimiento, oportunidades y resiliencia, el agua debe seguir siendo la prioridad de la agenda. Sostener el milagro de Texas requerirá más que optimismo económico, hará falta inversión decidida, visión de largo plazo y un compromiso compartido para asegurar que todas las familias, agricultores y empresas del estado cuenten con el recurso más esencial de todos, el agua.